domingo, enero 14, 2007

RIGIDEZ Y RIGUROSIDAD. PARTE I.

EPISTEMOLOGOS

por Alvy Bryce Calles


El origen práctico de este artículo, que aparece antes que otros que tenían prioridad ilativa (por lo cual presento mis disculpas), se ubica en dos sucesos. El primero, el impacto que me causó una conferencista invitada por el profesor de la cátedra de metodología de la investigación cuando cursaba mis estudios de maestría en la Universidad Central de Venezuela; un impacto negativo, pues su intervención e ideas no estaban consubstanciadas con el espíritu de libertad, criticidad y discusión de dicha casa de estudios. Después de unos secos y rápidos “buenos días”, aquella hermosa mujer extrajo varias tizas de todos los colores de un impecable y fino estuche de tela y piel, y, sin pronunciar palabra, dibujó un rectángulo amarillo de gruesas líneas que ocupó casi un tercio de pizarrón, y pronunció las palabras solemnes:

“‘lo científico’ es todo lo que se encuentra dentro de este cuadrado; fuera de él todo es gamelote , metafísica, filosofía, especulación, es decir, no-ciencia” (*)

El segundo suceso, ocurrió en las sesiones de trabajo de asesoría a una tesista universitaria que ha mostrado un gran sentido de criticidad y reflexión, pero que estaba atrapada en ese agujero negro que denominan, en casi todas la universidades, “Manual de Trabajos de Grado de Maestría y Tesis Doctoral”. Poco a poco, estaba siendo literalmente succionada por la angustia, la incertidumbre, la agonía frente a la norma “incontrovertible”, cuyo incumplimiento conduce al desenlace fatal. Algunas de las sesiones de trabajo con dicha tesista se convirtieron en una especie de “terapia de descontaminación manualística”. Tuvimos que llegar a algunos acuerdos de “incumplimiento” del manual, para poder continuar.

La síntesis de mis recomendaciones para ella, fue la siguiente:

En primer término, no olvidar el movimiento dialéctico del pensamiento y el movimiento permanente de la realidad: ninguno de los dos son fijezas. Toda norma es producto de la realidad misma, y como es obvio, es parte de ella, pero no puede contenerla en su totalidad.

Segundo, es importante saber que a la usanza de enfoques de producción del hacer y el discurrir, dominantes marcadamente en el pasado, como el rígido formalismo positivista en el tratamiento de los asuntos de las interacciones entre los hombres (traslado de las ciencias naturales a las sociales), pudiéramos intentar encapsular en uno, dos, o más párrafos definitivos al llamado “problema”, o “problema de investigación”, pero sacrificando su potencial expansivo, su verdadera realidad (sería lo mismo que intentar establecer límites “geográficos”, rígidos, entre paradigmas de lo social); vale decir, cualquier intento en este sentido ha de conducir con seguridad a una simplificación innecesaria, en tanto que su propia concreción no es ex- ante, sino ex-post, en el proceso de su transformación de percepción a conocimiento posible. En otros términos, su verdadera naturaleza se revela, no en un planteamiento inicial sino en el momento en que se ha producido un conjunto de investigaciones relacionadas con el mismo, y aún después. En este sentido, tanto los elementos éticos, como los teóricos, empíricos y metodológicos, son inherencias de la integridad misma de “El Problema”. Elementos didácticos implícitos, por ejemplo, contexto y teleología, “se mueven”, por decirlo de algún modo, dentro de esta misma "lógica", pues son inseparables de lo definido. Si expresamos, por mencionar alguno de esos “componentes”, la teleología (como conjunto de de propósitos), se puede expresar la misma a través de la relación entre dichos propósitos (que puede incluso expresarse gráficamente, a través de un modelo que me atrevo a llamar "geométrico configuracional"), mostrando la complejidad en un nivel primario de desagregación pedagógica, mediante su agrupación, usando como criterio sus grados de abstracción. Pero, más importante es, antes que desagregar, sintetizar; bien es sabido que toda síntesis es crítica.

Toda esta parafernalia que hoy conocemos como “paradigmas metodológicos”, de algún modo antecedente de los devaneos académicos en la investigación social, presenta algunos puntos de claridad, tales como que parte del lío lo armaron, por un lado Comte y Durkheim, y, por el otro, Kuhn y algunos intelectuales postmodernos. Ciertas formas que se asoman como confrontación son, por ejemplo, la oposición objetivo / subjetivo, objeto / sujeto, particularización / generalización, superficialidad / profundidad, rigidez / flexibilidad, racionalidad / subjetividad; a lo cual se le agregan las nociones de verdad, validez, entre otras. En el primero de estos líos, por mencionar uno, se encuentra el problema del traslado mecánico del "mapa epistemológico y ontológico" (por llamarlo de alguna manera) del positivismo, de gran éxito y necesidad en las denominadas ciencias naturales (como si éstas no tuvieran su rostro social), a las denominadas ciencias sociales (como totalización del conocimiento científico, como si en éstas todo fuese científico). El estudio de “lo social”, es obvio, está más allá de cualquier reduccionismo.

En general, intento con los tesistas hacer una distinción, que creo necesaria, entre rígido y riguroso. Del latín rigĭdus, rígido, el DRAE (2001) nos aporta dos acepciones. La primera, el adjetivo que significa “que no se puede doblar”. La segunda, el adjetivo riguroso. Este último, a su vez, contempla varios sinónimos: áspero, acre, muy severo, cruel, “duro de soportar”, estrecho, exacto, austero, preciso, minucioso. De tal modo que la diferenciación entre ambos adquiere cierto grado de dificultad en tanto que la segunda acepción de rígido es riguroso.

Para los efectos de este artículo, y los siguientes, admito como aceptables, en tanto su similitud con el espíritu del mismo, de rígido, su condición de “indoblez”; de riguroso, sus últimos tres sinónimos (destacados en negrillas en el párrafo anterior). Tengo mis razones.

Un ejemplo previo, antes de entrar más rigurosamente en materia:

Una persona inflexible, autoritaria, que ante la más mínima violación de las normas que ella misma ha impuesto, toma medidas drásticas contra el “profanador”, que no admite la equivocación de si misma o de los demás, es una persona rígida. Por lo general, estas personas son moralistas, neuróticas, cerradas a cualquier planteamiento, son duras, adustas; son tan severas que a veces llegan a divorciarse o a expulsar a sus hijos del hogar por faltas que muy bien pudieran discutirse en un clima de tolerancia y comprensión: son muy rígidas. Paradójicamente, según opinan algunos profesionales de la medicina y de la ayuda, ese tipo de personalidad es proclive a infartos cardíacos y accidentes cerebrovasculares, entre otras enfermedades. A nivel individual, son personas que mantienen a ultranzas sus propios códigos de organización, sus mandatos devienen de un particular sistema cerrado de creencias, decisiones y acciones, a partir de una forma muy particular de percibir el mundo e interactuar con los demás; en general no comprenden los cambios históricos de la cultura, de los modos de aplicación de los valores, en fin, no están a tono con los tiempos, no se adaptan: razón antes que comprensión. A nivel institucional, son sistemas tan cerrados que no permiten la más mínima disidencia, llegando a situaciones, por ejemplo, el de algunas organizaciones políticas o la mafia, de castigar con la muerte al desertor. La historia está plagada de estos casos.

Con las respectivas distancias y diferencias, algo parecido ocurre con ciertos procesos de producción de conocimientos, particularmente cuando los mismos se definen, o autodefinen, como científicos. Pero el problema no es sólo intrínsecamente científico: no es sólo verificación, exactitud, validez, legalidad, racionalidad, universalidad, factibilidad, probabilidad…similares y afines.

Apelando a la austeridad, situémonos, en algunos vértices (¿o...vórtices?) problemáticos que propongo como tales (desde mi propia percepción y reflexión) si se quiere extremos, en donde tanto la filosofía, como la política, ética, metodología, epistemología, ontología, por lo menos en el sentido en que admitimos sus significados, son puntos de controversial discusión, hoy más que nunca. Para dichos extremos propongo las siguientes etiquetas, algunas conocidas (con relación a este tema), otras no (también con relación a este tema):
1. Agnosticismo
2. Ostracismo
3. Liberalismo
4. Holismo
5. Oscurantismo
6. Espejismo
7. Mixtura

En la parte II de esta serie, iniciaré mi exposición de cada una de estas formas particulares de mirar el mundo como “objeto y sujeto de investigación”.

Nota

*En venezuela, “gamelote” es sinónimo de paja, en su acepción, según el Diccionario de la Real Academia Española (2001), “lo inútil y desechado en cualquier materia, a distinción de lo escogido de ella”. En nuestro país, la expresión común, coloquial, es “hablar paja”. http://buscon.rae.es/draeI/html/cabecera.htm

Alvy Bryce: bryce.alvy@gmail.com