viernes, julio 27, 2007

En estos tiempos de crisis

Por Kathy Vieira


En estos tiempos de crisis
… Por muchos años escuché discursos y charlas empezar con esa trillada frase. Entonces parecía que la crisis era temporal, pero después de poco más de 20 años en crisis, yo creo que todos estamos de acuerdo en que ésta está bastante bien establecida, y que posiblemente va a durar algunas décadas más. Aquel que lo dude, se sigue ilusamente alimentando de la idea de que un cambio de gobierno va a representar la solución a esta crisis venezolana. Para aquel que piense que 20 años son suficientes, debe aceptar que esta crisis no es coyuntural (una de esas palabras de moda en la política); lo que significa que sus causas son mucho más profundas y complejas que la mala balanza económica o la proliferación de la corrupción.

No son sólo los modelos económicos los que se vinieron abajo. Los modelos políticos obviamente fueron los siguientes en desmoronarse, pero ahora mismo también otras estructuras están siendo demolidas, entre ellas el modelo social que todos aceptábamos como natural, con todo y que dentro de éste, existen desigualdades profundas e inhumanas casi. Estamos ante una crisis social. Nuestra visión de la sociedad venezolana está cambiando radicalmente, los papeles que habitualmente asignábamos a distintos sectores sociales, sus roles, sus responsabilidades, sus valores y antivalores; todo está cambiando, y los que estaban arriba ahora están abajo, y algunos de los de abajo están ahora arriba. No podemos esperar que todos los de abajo vayan para arriba, porque en nuestra estructura social, aunque en crisis, todavía sólo unos poco pueden estar arriba. La práctica de la igualdad es una utopía para el ser humano, y no hablo de la igualdad monetaria, ni siquiera de la tan mentada igualdad de oportunidades; hablo de una igualdad mucho más fundamental, la inherente al ser humano, la que ante los poderes más sobrehumanos nos coloca a todos al mismo nivel, nos mide con la misma vara.

Cuando escuchamos la palabra pueblo, ¿Cuál es la imagen que se nos viene a la mente? ¿Cuál es la imagen del ciudadano? ¿Está el ciudadano mejor vestido que el pueblo? ¿Mejor educado? Píntame a alguien del pueblo. Píntame a un ciudadano. Píntame angelitos negros. ¿Son diferentes? ¿Por qué? Acaso el pueblo no es ciudadano también? Tenemos en nuestras mentes, muy arraigadas profundamente, imágenes, semblanzas, perfiles de las personas que conforman la sociedad, sabemos (o suponemos saber) cómo se visten, qué carros usan, cómo se peinan, caminan y hablan, qué música escuchan. Creemos saber además cuál es su rol en la sociedad, aquél que le hemos asignado en nuestro imaginario social. En nuestro escenario social, el pobre diablo que se sacrifica de modo sobrehumano, para traspasar los límites impuestos y lograr un mejor nivel de vida, se “supera”, sube en nuestro escalafón social. El rico, que por definición está en un nivel superior, si pierde todo su dinero (así sea porque lo regaló a los pobres), pierde su estatus. Admitámoslo, de nuestros padres, abuelos, maestros, políticos, gobierno y medios, de todos ellos hemos aprendido estos valores implícitos, ocultos, pero siempre presentes. De la boca para fuera todos somos iguales, pero en el día a día, en los detalles más simples e inocuos, la desigualdad se manifiesta y se practica.

¿De cuando acá una persona es socialmente más valiosa porque tiene más dinero? ¡La pregunta en sí es hilarante! El valor de una persona se manifiesta de múltiple maneras y formas. En una sociedad diversificada y compleja, todos tenemos un rol, algunos más públicos que otros, pero todos igualmente necesarios. Pero implícitamente llevamos el estigma de la posición económica (y por ende social), al punto de que posiblemente nos limitamos nosotros mismos a lograr nuevas metas o proponernos nuevos retos, porque suponemos implícitamente, que nuestra posición en la sociedad está definida por la zona de la ciudad en la que vivimos.

Los pobres van al cielo, sin embargo agradecemos a diario que no somos pobres. Queremos ir al cielo, pero siendo ricos en la tierra. Así cualquiera ¿no? Pobreza significa ausencia, en general de bienes materiales, pero también podemos ser pobres ciudadanos, pobres padres, pobres empleados, pobres en amor, pobres en espíritu. ¿Cuáles son los pobres que van al cielo, entonces? Los pobres que lo dan todo porque no tienen nada que perder, porque no temen perderlo todo, porque saben que no tienen nada realmente, excepto a sí mismos. Ésos son los que van al cielo, los que dan todo de sí en lo que sea que la vida los haya puesto a hacer, bien sea como albañil de construcción o como multimillonario dueño de consorcios, como diputada de la Asamblea Nacional, o como campesina en las faldas de las montañas andinas. Lo mejor de todo, es que este pobre casi seguramente verá el paraíso aquí mismo en la tierra: el producto de su esfuerzo traducido en el beneficio ampliado que genera más allá de sí mismo.

No es extraño para nadie, que un suceso traumático o trágico en la vida de una persona, conlleve a una evaluación profunda de sus propios valores, lo que muchos llaman un renacer, en que el abandonamos ideas y costumbres por largo tiempo practicadas. No es un proceso fácil, y puede tomar años aprender la lección. No nos sorprenda pues que nuestro país esté en el doloroso, traumático y largo proceso de re-estructuración social. ¡Ojalá no sea un simple cambio de piel, quizás por ello se esté tomando tanto tiempo, pero esperemos que el resultado sea una sociedad más consciente de sí misma y de todos los miembros que la integran! En 10 ó 20 ó 30 años más, en la escala de tiempo que necesitan las sociedades para cambiar, veremos qué resultó de la crisis venezolana.

jueves, julio 05, 2007

Cómo sobrevivir y no fallar en el intento 2


VS vs VS

por Alvy Bryce Calles


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La discusión que iniciamos en torno a la supervivencia de la universidad venezolana (0), la tradicional, tomando como caso particular la Universidad Pedagógica, nos llevó a una afirmación quizás temeraria como conclusión parcial: el problema administrativo-académico, es, en este momento, un pseudoproblema; y su razón, histórica.

En efecto, vivimos un momento que exige, más allá de nuestra interpretación, nuestra definición, vivimos un momento de definiciones. Lo vivido hoy apunta como una época envolvente de la cual ya existen serias, muy serias señales, de trastrocamiento totalizador. Cultura, educación, política, ideología, costumbres, valores, principios, ya no serán, en un tiempo prudencialmente corto, lo mismo que “antes era”. El problema de la interpretación ha dejado de ser un problema del librepensamiento que se pasea por todas las casas paradigmáticas para intentar entender el conocimiento y la academia como lo holístico, integrador, como sintagma, cual núcleo aglutinador desde lo más elevado del conocimiento; el análisis ya ha dejado de ser un mero problema de descomposición del todo en las partes (que si “a mi me toca administrar tales cursos”, que si “a ti te toca encargarte de otros asuntos”; que si “la epistemología de la química ha de ser asunto de los químicos”; que si “…”), pues, más que mera tecnología y ciencia, más que lógica al estilo de la vieja filosofía analítica, más que racionalidad administrativa o gerencia estratégica democrática al “viejo estilo”, el movimiento de la realidad promete un despliegue de fuerzas, nunca antes vividas, con la intensidad de una posibilidad desconocida por ser futuro, que por “nuevas” siembran recelo, resistencia, impotencia: estamos en presencia de un proyecto cuya concepción proclamada le convierte en un sistema disipativo del “viejo orden” al "nuevo orden". Se vislumbra una nueva racionalidad, también transnacional: nuevas coordenadas sociales y continentales. No hay ingenuidad: se vislumbra. La explosión aún no ha ocurrido:
¿Hacia dónde te diriges, hijo?, preguntó el anciano; y el “hijo” respondió: “hacia dónde vas tú, pero por otro camino, tal vez nos encontremos en el Este”. El hombre, pensativo, desde su trono, todavía se pregunta si aquel niño le quiso decir que aspiraba a ser viejo...Lenta, blanda, equilibrada, retórica, ideológica, y hasta hedónica y pragmática disipación.

Un abordaje metafísico nos hace pensar que lo ente, en su historicidad, deja brotar una reverberación: ya no se trata exclusivamente de una relación simple con el mundo (la simpleza que nos da la acomodación a un paradigma, a un estilo de vida, a una forma de vida prolongada en el tiempo), ya no se trata de actitudes de irrupción desde la especificidad que imprime el ente científico-académico; se trata, sospechamos, de una revelación de la historicidad como totalización en lo político: búsqueda de una nueva identidad como fuerza e intento de legitimación social. Reaparece lo supuestamente extirpado, lanzado, hacia la nada que, desde su propio “en sí mismo” fue ente y no nada, pero desde el otro (opuesto) siempre fue nada: ahora, en tanto ente-buscando-posicionamiento, es el otro elemento lógico de la contradicción frente al otrora excluyente: lo excluido haciéndose ente. El predominio en el poder de un bipartidismo, encarnado en Acción Democrática y COPEI (1), que nunca fue contradictorio más allá de lo no antagónico, tuvo como signo la exclusión de las organizaciones de izquierda. Ahora, lo otrora excluido puja por ser excluyente: una dialéctica que imprime un ritmo avasallante que intenta convertir al otro en nada y él mismo en ente. Ahora este es conspicuo por su intento, no como parcialidad sino como totalidad. Intento.

Entroncamos entonces con otro problema que puede lucir lógico: si lo antes ilegítimo se perfila ahora ente como totalidad legítima, ¿hacia donde va lo antes-ente? Respuesta: hacia la X, como bien pudiera decir Nietzsche, lugar que ocupaba antes la nada. Ya no importa ser Físico o Sociólogo: se exige y necesita ser político de nuevo cuño. Vivimos hoy la sensación (alegría para unos, amenaza para otros) de un momento de contradicción en ciernes entre dos modelos, por lo menos visto en el plano. Uno, el que supuestamente mantenía un equilibrio, aunque precario, entre sus instancias sociales, cultura, economía, ideología, educación, ley, política, que preconizaba el status de la educación como corredor vial hacia al ascenso dentro del elitista mundo de las clases medias y de las altas (esta última como ilusión), modelo cuya dinámica interna, entre los contenidos de su propio código, producía una especie de sensación de bienestar definida por la confrontación entre la incertidumbre y la esperanza: Neutralidad. El otro, modelo cuya dialéctica propende a una antítesis frente al viejo esquema a través de la hipertrofia de la política, necesidad de poder, con todas las implicaciones que ello tiene. La nueva educación, asomo del “nuevo modelo”, es una subordinación abierta, sin tapujos, sin fingimiento, a la política (como siempre ha sido, pero en otrora, subyacencia, lo oculto prohibido). Deber ser.

La dialéctica nada-ente-nada-ente…, no es un simple intercambio ulrasimplificado en la expresión “quítate tú para ponerme yo”, como han querido presagiar algunos, incluyendo pueblo: es exactamente la estructura mental petrificada que habrá de ser superada para insertarse en la realidad como sistema disipador. No es el simple desplazamiento de una estructura burocrática por otra: no es el simple intercambio de un modo de corrupción/honestidad y de eficiencia/ineficiencia por otro, como los ahora “nada” quieren hacer ver. No. El desplazamiento es tan complejo que aún no ha sucedido. La correlación de fuerzas todavía no alcanza para eso, particularmente en lo intraideológico: e incluso, las transiciones, como suele afirmar el historiador Jesús Vivas (2), interpretando, son la muerte de la pretensión. También Incertidumbre. Debilidades.

Las debilidades brotan en su historicidad, brotan como provisionalidad, pero pueden convertirse en ente. En el lenguaje de los síntomas, por ejemplo, la intención de proliferación de nuevas universidades y multiplicidad de carreras intenta marcar el rumbo desde la lógica de un modelo o, más bien, protomodelo, cuyo discurso interno anula, o ambiciona, el viejo repertorio de una educación liberal que luce cansada y que pudiera rápidamente iniciar su camino al desvanecimiento: Aspiración. Todo "nuevo". Nuevos docentes, nuevos estudiantes, nuevos administradores, nuevos enfoques curriculares, nuevo lenguaje: todos bajo una retórica que mueve su norte objetual hacia y desde una complejidad discursiva: el Socialismo del Siglo XXI (vs) el Capitalismo Neoliberal y Salvaje del Siglo XXI. Y mueve, no sin peligros, su confrontación hacia el norte geopolítico. Se intenta armar un nuevo rompecabezas. Un nuevo encadenamiento de los asuntos sociales; pero, dicho hasta la saciedad: “una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”, aunque sus fortalezas sean evidentes y positivas (la fortaleza tendría que ser garantía del logro, incrustada estructuralmente en una sociedad convencida, esperanza y horizonte, de las nuevas propuestas; una sociedad saneada dentro del modelo que aspira; convenciendo por la praxis). ¿Cuál lógica de cual modelo?: modelo en ciernes, lógica implícita.

Pareciera que el nuevo intento ha removido las fibras más íntimas de de ciertas omnipresencias silentes, represadas, agazapadas, revelándose a sí mismo en forma de explosión desde su propia fragilidad, más allá de socialismos y capitalismos planteados como discurso: corrupción e inseguridad, burocracia e ineficiencia; nuevo-riquismo también de nuevo cuño: explosión sociopática del individualismo. El parte de guerra capitalismo (vs) socialismo ya no es causado por misiles o bombas o atentados terroristas convencionales: es un nuevo fundamentalismo cuya doctrina puede muy bien considerarse hedónico-inmediatista: el culto al delito. Interpretando a Naim (3): los nuevos potenciales reyes de la economía, de las leyes, de la sociedad. Los representantes de ese nuevo fundamentalismo, ateo, “apolítico”, anárquico, sociopático, criminal, ocupan, incluso, altos cargos en los gobiernos de los países, incluso “burocratizan” para cometer sus propias fechorías. ¿Cómo puede ser socialista una nación con su propio corazón herido, la vida, por una delincuencia terrorista y atroz?

Esa mezcla de sociedad en incertidumbre (vale decir, transición, provisionalidad) con oportunistas delincuentes disfrazados de revolucionarios que simulan eficiencia construyendo un mundo discursivo publicitario, aunque por ahora tal vez minoritarios, son caldo de cultivo para la contrarrevolución: revolución y contrarrevolución se anulan a favor del “viejo régimen”. Continúan siendo los nuevos carceleros de la honestidad, ahora con poder legal y más recursos. Con el rostro al descubierto, o disfrazado, los delincuentes profesan la ideología más contundente y cruenta de todas, un nuevo terrorismo: el asesinato a domicilio, el tráfico de órganos, el tráfico de blancas, el tráfico de narcóticos, tráfico de niños (aberración sin parangón): todos implican muerte, destrucción, desmoralización…Su domicilio es todo el espacio social. Venezuela en el juego. ¿Cuál ha de ser el papel de las nuevas universidades en ese juego, si las viejas de tradición y esfuerzo académico, no aguantan las fuerzas implosivas de su deslegitimación? ¿O mejor, cuál ha de ser la nueva educación?. ¿Cuál es ese eslabón más débil?: la formación, la ideología, la educación, y una pincelada de herencia. Tal vez. Por supuesto, esos "malos de la película", son quizás los menos: pero varios de los que son, tienen poder simbólico. Escuché a a algún político decir en una oportunidad, refiriéndose al caso de Venezuela, que el número de delincuentes en el país no constituía ni siquiera el 0.04% de la población pero, un sólo muerto debería sentirse y entenderse como una tragedia nacional; sin embargo, pareciera que las muertes diarias que ocurren a lo largo del territorio nacional, se están naturalizando, se están convirtiendo en algo "normal", tanto que ya forma parte del repertorio humorístico.

Pero esa variante bifronte, una cara mirando hacia atrás y otra hacia delante, una cara hacia la derecha y otra hacia la izquierda, una cara hacia la honestidad y otra hacia la deshonestidad, puede convertirse, en el caso de Venezuela, en omnipresencia: Ya no se mata o se corrompe a los congéneres "para darle de comer al hijo"; ya no se secuestra por razones meramente políticas, ya no se mata por "defender la causa justa" o "porque el otro ofendió a Dios". Los propósitos del genocidio que transcurre son nuevos y sorprendentes: los zapatos de marca, un auto para pasar el fin de semana en la playa, una camisa, un pantalón, una cartera, una casa en un barrio residencial de Florida; o causas neopiscológicas: “caerle mal” a alguien o simplemente porque alguien tiene una novia bonita, o porque invitó a un conductor de autos a respetar el semáforo, o simplemente porque alguien miró mal a otro y, mucho más grave, por el placer de matar, o para probar el arma recién adquirida.

La muerte tiene ahora otro rostro. La acumulación del capital por medios no convencionales ya no es el único factor potenciador de la delincuencia: ya no se trata sólo de producir riqueza ilícita o de adquirir nuevos medios de producción: se estafa, se roba, se corrompe, se asesina para tener una Hummer (una forma de asesinato más sutil, a la “chiticallando”: ser revolucionario aprovechándose de la estructura social no superada) o una modesta bicicleta, por el placer de tenerlas. Se asesina por un cigarrillo. El estudiante de trece años de edad armado de un revólver atraca o mata a su profesor, bien porque necesita comprar unos zapatos marca “Marca”, bien porque el profesor le “cae mal” o porque simplemente le evaluó objetivamente, o subjetivamente, simplemente porque lo evaluó: y si no tiene un arma eficiente, “para eso están las piedras”; pero a su vez el profesor le ha asesinado a él de otras múltiples formas no físicas. ¡Hemos transcurrido de la omnipotencia a la omniimpotencia! Por supuesto, no es que exista proliferación de autos de lujo y que todos los personeros del gobierno los tengan, al estilo de los más rancios burgueses, de hecho son muy pocos, cuantitativamente insignificantes: ¡pero basta sólo uno para desplegar la incontenible fuerza del símbolo!

La función formativa de la educación está dejando de ser, se está esfumando en una atmósfera social deformante que se enrarece día a día bajo la mirada impotente de los cultores de la vieja pedagogía. Deformante con respecto al valor vida y toda forma de sostén de la misma. La educación a partir de principios y valores destinados a la formación de actitudes honestas, altruistas, rectas, justas, ha perdido su fuerza: padres como modelos de corrupción, religiosos pederastas y violadores, gobernantes convertidos en máquinas de desaparecer los dineros públicos, docentes fabricantes de la cultura alcohólica, ingenieros que por ganarse unos reales más usan material de segunda habiéndose presupuestado material de primera, médicos que practican (nueva modalidad) la doble operación quirúrgica del paciente (doble ganancia), profesionales del derecho que rayan con clavos sus propios autos para que la empresa aseguradora se los pinte de nuevo, jueces que defienden conscientemente a los culpables, la víctima convertida en acusada…la lista es infinita. No son todos: pero están en franco crecimiento. Es cierto, es la pérdida de legitimidad de la educación; pero ¿realmente es esto la causa fundamental de la descomposición de un país que en otrora, muy en otrora, fue modelo educativo y pedagógico, aún sin ser socialista? El joven de catorce años que le dice a su profesora que tiene el pene erecto y desea tener relaciones con ella, ¿es realmente producto de un sistema educativo fracasado?

Creo que el problema es infinitamente más complejo que la pérdida de legitimidad de los sistemas educativos. La relegitimación de la educación, y con ella la universidad, tendrá que renacer de esa complejidad, descifrándola para poder ser-ente, es decir, totalidad; así como el Ave Fénix lo hizo de las cenizas. El nuevo ente, el nuevo proyecto, el nuevo modelo que pretende posicionarse rápidamente de todos los espacios sociales del país, ¿Ha tomado esta problemática en consideración? ¿Son algunos de sus cultores similares, afines y conexos, parte del problema? ¿Están los nuevos líderes conscientes del poder contrarrevolucionario de la delincuencia: y aún más, cuando se ejerce intrínsecamente? No es sólo política. CONTINUARA... bryce.alvy@gmail.com
Notas
(0) http://edcero.blogspot.com/2007/05/como-sobrevivir
-y-no-fallar-en-el.html


(1) Partidos tradicionalmente dominantes del poder político en Venezuela a partir de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958, hasta el advenimiento del actual proceso encabezado por el presidente Hugo Chávez.

Más información:

http://www.anhvenezuela.org/
http://www.2001.com.ve/biografia_personaje.asp?q=46
http://es.wikipedia.org/wiki/Accion_Democratica
http://es.wikipedia.org/wiki/COPEI
http://es.wikipedia.org/wiki/Presidente_de_Venezuela

(2) Puede leer artículos del Dr. Vivas en las siguientes direcciones:
http://edcero.blogspot.com/2007/03/la-burocratizacin.html http://edcero.blogspot.com/2007_04_01_archive.html
http://edcero.blogspot.com/2007_05_01_archive.html

(3) Naím, Moisés (2006). Ilícito. Cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo. Bogotá: Random House Mondadori, Ltda.

lunes, julio 02, 2007

El discurso del infiltrado: una aproximación y un alejamiento Semiótico

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PALIMPSESTOS


Edcero, Año 1, N.1 (2007). S/Registro Legis

Naudy H.Lucena
E-Mail: nhlucena@hotmail.com.


Resumen

Una multitud marcha en un orden regular tomada de la mano y gritando a coro: “Libertad de expresión, justicia, paz y amor”; de repente, algo, alguien insurge entre ellos y ataca el cordón policial. Este acto repentino provoca la reacción de las autoridades y aparece en la escena una ballena que deshace con sus chorros de agua a presión, aquel agitado orden social, entre aullidos de pánico. ¿Se puede llamar Infiltrado este agente que irrumpe con sus actos violentos e introduce el caos en el orden? ¿Cuáles son sus principales rasgos semiológicos? ¿No son acaso sus actos y sus intenciones ocultas, detrás de la anonimia, la ambigüedad individual y su perfil social borroso, confrontativo y rebelde, un espacio discursivo propio? Se podrá hablar realmente de discurso del infiltrado en el contexto situacional de una manifestación masiva. ¿Cuál es su principal móvil, cuál es el radio de acción de su influencia fugaz en la multitud? Ataca alguna forma de poder o la ayuda a consolidarse; no abre acaso con sus actos una fisura entre el control y descontrol de la masa; la excita o inhibe, la castiga o la premia. Para realizar este análisis se utilizará el modelo de semiótica narrativa Bremmon1 sobre los roles del influenciador.

Palabras claves: discurso influenciador- orden, caos.




Introducción
Un cable de AFP de junio 2007, señala en una de sus noticias la develación de un complot de unos supuestos terroristas Islámicos, con diversas conexiones internacionales que iban a volar el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York. Este atentado hubiera sido mas fuerte y sangriento que el de las torres gemelas pero fue abortado a tiempo, gracias a la intervención de unos agentes del gobierno que habían logrado infiltrarse entre ellos. En este caso, la probabilidad del acto terrorista fue reducida a cero gracias a las funciones preventivas de un tipo de infiltrado que logró adelantarse a los hechos, detectando a los sujetos y anulando sus posibles acciones. Se podría pensar en un agente que interviene en el espacio y el tiempo exacto y detiene una cadena de eventos; explosiones y derrumbes en un aeropuerto; aviones y avionetas volando por los aires pero de otra manera. Aquel frustrado accidente pudo ser neutralizado, según AFP, gracias a la intervención de esos agentes pero las probabilidades que realicen otras acciones quedan abiertas y se puede dar el caso que tales acciones terroristas no puedan ser detectadas a tiempo. Una simple falla en la predicción del sistema defensivo y hace posible lo probable; es decir, lo incierto puede pasar a ser cierto.

En el caso del terrorismo, el sistema gubernamental tiene sus servicios policiales de inteligencia que regulan y monitorean la normalidad en las Instituciones de la sociedad para defenderlas de cualquier “amenaza terrorista”. Un agente policial selecciona un sospechoso de terrorista entre la multitud, sus escogencia es por su puesto al azar. ¿Cómo podría hacerlo de otra manera entre una población de más de doscientos millones de almas en constante movimiento? Elabora un retrato-perfil, generalmente si observa que este procede de un grupo minoritario, algún rasgo racial, un inmigrante; lo espía, sigue el flujo de su participación en la vida cotidiana, intercepta sus conversaciones, las grava y extrae de ella los núcleos temáticos, sus puntos conflictivos y antisistema; precisa sus posiciones políticas, bien de la derecha, centro derecha o izquierda light, precisa su vocación de trabajo, descubre sus problemas sexuales, su área de recreación, vigila su correspondencias y hasta llega a procesar mediante algun análisis transaccional su temperamento, sus puntos fuertes y débiles, su grado de sociabilidad y cultura hasta que logra completar un cuadro de sentido que se integra o encaja perfectamente en el modelo de terrorista que el sistema policial anda buscando. Una vez completado este cuadro de pesquisas procede a preparar fríamente un plan de interacción social para contactarlo; una fiesta, juegos deportivos, algún negocio; una vez completada esa ruta, se entabla una relación amistosa con el indiciado hasta ganar su confianza y poder ser llevado por este a su circulo de acción. Una vez infiltrado espera el momento indicado para entregarlo a las autoridades. Aun cuando se sabe que en cuestiones del azar y de inteligencia, también puede ocurrir lo contrario, el viejo cuento del que va por lana y sale trasquilado. Estamos hablando de dos actores o actantes de funciones no necesariamente opuestas, Terrorista /Infiltrado.

¿Quienes son realmente estos actores?, ¿Cuáles son sus rasgos semiológicos? ¿No será el temor compartido o también inducido en la estructura mental de una población, el creador de esa imagen arquetipal del terror? ¿No serán estos actantes parte de una estrategia publicitaria?

¿No es acaso la tal amenaza terrorista una energía instintiva cuya estructura simbólica cambia sucesivamente de forma y aumenta de grado hasta llegar a representarse, entre otras cosas, como un enemigo oculto, imprevisible y cruel; una especie de alter Ego criminis; un monstruo que debe ser aniquilado? ¿Se conoce realmente quién es?, ¿No es acaso una propaganda? ¿Cuál es ese terrorista, un ángel o un demonio cuyo perfil, se infiere, se deduce y luego se sublimiza en una imagen de terror que busca apoderarse del poder político en cualquier país hasta convertirse en una amenaza mundial? Esta argumentación se difunde y hasta se comercializa junto a las demás propagandas. El Chacal, por ejemplo, la figura mas terrible de los anti-héroes de las crónicas policiales en la década del setenta al ochenta; fue satanizado con esa imagen feroz construida en los laboratorios de imagen del mercado de la prensa, del cine y la televisión y los que, al final, después de condenarlo previamente lograron someterlo a varias condenas perpetuas en una cárcel francesa. Carlos Illich Ramírez, venezolano él, un hombre-chacal, cuyo comportamiento de fiera depredadora lo llevó a convertirse en el enemigo numero uno del sistema policial mundial. Su imagen mítica de criminal Feroz ni siquiera la tuvo Annibal Caníbal. Muy extraño, por cierto que se haya usado la imagen del chacal ya que este pequeño animal silvestre no existe en el territorio venezolano y lo mas parecido que se tiene en la fauna autóctona podría ser, el perro realengo, el yuso y hasta el perro de agua de Nutrias.

Es nuestra opinión personal que la sociedad capitalista avanzada y moderna a la que hace referencia AFP, sustenta entre otras cosas, su poder político, el tecnológico, el económico y el militar, en la publicidad de sus dos grandes productos de exportación cono lo son: la seguridad y el confort, junto al resto de productos simbólicos, míticos, religiosos, hedónicos de consumo masivo, como la ideología de la Libertad, la justicia, la democracia. La seguridad y el confort porque constituyen las dos grandes ofertas de gratificación del sistema y las fuentes de los grandes imaginarios colectivos. Dos términos de polisémicos mediante los cuales la sociedad sacia sus necesidades creadas e inculcadas; la seguridad conectada a los mensajes de bienestar y el confort la saciedad y el dominio de la avidez. La oferta de estos dos grandes mensajes, seguridad y confort trascienden las fronteras para convertirse en productos de exportación. En la medida que este sistema de vida, la imagen de una sociedad holgada, segura y satisfecha se amplia y se difunde mayor cantidad de mundos buscarán imitarla o mudarse donde estas condiciones se estén dando. Lo cual trae como consecuencia que tales mundos arrastren hacia ese primer mundo sus condiciones adversas de inseguridad y de necesidades extremas y no hay muro de concreto, leyes anti-inmigratorias, palizas policiales que impidan la búsqueda de ese gran sueño de confort y seguridad, el gran imaginario.

A pesar de ser un poco incipiente la incidencia, el sistema se resiente e incorpora un componente de incertidumbre, además porque se sabe que en cualquier momento, cuando se vaya a encender un bombillo o se sienten tranquilamente en una poceta o en un asiento del metro, venga un infiltrado terrorista de estos mundos y los haga estallar. Sobre todo después del 11 de septiembre, la población de esa gran país que se refiere AFP, no puede tener la menor duda con la palabra que encarna y define el terror; un flujo y reflujo de miedo, estado de alerta, sorpresa. Un temor colectivo repentino y contagioso. Después de ese grave atentado, ya tiene construida en su mente y en su conciencia colectiva, lo que podría ser una macro-cognición social, es decir un terror material, expansivo y por lo tanto una visión concreta del asunto que no les permite cambiar de apreciación, de juicios, prejuicios, y discriminaciones preelaboradas sobre un enemigo oculto, un terrorista que podría estar allí mismo, entre ellos, durmiendo en su misma cama. El presente trabajo se centra en la posibilidad de analizar el área de influencia de este “Infiltrado” múltiple, policía, terrorista, ciudadano. Se podrá hablar realmente de discurso del infiltrado. ¿Cuál es su principal móvil, cuál es el radio de acción de su influencia fugaz en la multitud? Ataca alguna forma de poder o la ayuda a consolidarse. No abre acaso con sus actos una fisura entre el control y el descontrol de las masas; las excita o las inhibe, las castiga o las premia. Para realizar este análisis se utilizara el modelo de semiótica narrativa Bremmon1 aplicado sobre los roles del influenciador. CONTINUARA...
Imagen: ¿Quién infiltra a quién? (por Alvy Bryce Calles)