martes, mayo 01, 2007

¿COMO SOBREVIVIR Y NO FALLAR EN EL INTENTO? (I)


VS vs VS
Alvy Bryce Calles

La presente es una síntesis del tema preparado para un foro al cual fui invitado como ponente en el Instituto Pedagógico de Barquisimeto-Universidad Pedagógica Experimental Libertador en el año 2005. En esta oportunidad lo presento como un primer artículo que, si bien trata un problema específico del instituto mencionado, en su enfoque y esencia puede ser representativo, de modo muy general, de las relaciones históricas entre el Estado, el gobierno, la política y la educación; pero además plantea algunos aspectos relacionados con la cuestión de la articulación curricular del conocimiento en las universidades, lo que obviamente tiene que ver con la clasificación del conocimiento y la conceptualización de la pedagogía.

La pregunta acerca de si la Formación Docente sobrevive o no como departamento, pues esa es la realidad concreta, ese es el “ruido de fondo”, es decir, si deja de ser lo que es para convertirse en otra cosa, equivale a hacerse cualquier pregunta en las actuales circunstancias históricas, contexto en el cual es válido indagar, del mismo modo, si continuará existiendo esa especie de todo definido como Pedagógico de Barquisimeto, en el cual adquiere vida el Departamento (término que por cierto demuestra una visión del conocimiento ortodoxa y antigua)

Remito este planteamiento a lo que denomino la ambigüedad intersticial, lo que defino como aquellos espacios que por su existencia como estructura con cierta dispersión organizativa y la mezcla de concepciones, crean estados de confusión, se hacen débiles y permeables a cualquier influencia externa. Aplicado al caso referido, quiero decir, entre otras cosas, que tanto la formación docente como las especializaciones, como unidades pedagógicas estructuradas bajo el signo de su actual constitución operativo-gerencial, tienen una polivalencia que se muestra como tensión, como conflicto, como celo profesional, como descalificación, como recelo, como aprensión, desconfianza, desconocimiento, lo cual se explica, entre otros factores, por la ausencia de un claro proyecto pedagógico nacional, y, por tanto regional.

Plantear la pertenencia o apropiación de la formación pedagógica, equivale a preguntarse si el químico, el físico, el matemático, el evaluador, el orientador (entre infinidad de posibilidades), en tanto sujeto pedagógico, llámesele mediador, facilitador, interdocente, educador, educando (o como se le quiera llamar), es el que debe definir tanto la instrucción como la formación del estudiante, en tanto sujeto pedagógico (también, pues discente y docente son en realidad un todo único) dentro de una perspectiva histórica concreta. La inquisición que se hace al respecto es si lo que se ha constituido como Departamento de Formación Docente (de apoyo humanístico, filosófico, didáctico, pedagógico, tecnológico; ayuda a veces denominada, despectivamente, formación “general”), así como unidad única e indivisible, debe “manejar” los asuntos de la formación del estudiante de las especialidades (biología, química, matemática, historia, idiomas…) o si, por “el contrario”, son los departamentos que “controlan” éstas, los que deben manejar “sus propios asuntos”.

Estas querellas intestinas emergen en la actualidad (ahora con un supuestamente nuevo contexto postmoderno) como actualización de añejas discusiones acerca de la unidad o desintegración del conocimiento, acerca del ser o no ser dentro de la filosofía, acerca de Estudios Generales vs. Especialidades, acerca de las ortodoxas clasificaciones de la pedagogía (que me recuerdan a Lorenzo Luzuriaga y a Ricardo Nassif), acerca de una didáctica especial vs. una didáctica general, acerca de si es necesario ser especialista (léase experto) para poder optar a epistemólogo, en fin, una renovación de las permanentes reflexiones acerca de la teleología de la educación en medios caóticos y ambiguos y de toda la madeja discursiva que la misma conlleva.

Discusión que me hace recordar lo que me respondiera en una oportunidad Tomás Amadeo Vasconi a una pregunta que le hiciera acerca del mejor criterio para entender el ser educativo: “el último criterio en filosofía lo tiene la bota militar”: por supuesto, esto no hay que tomarlo tan taxativamente: fue dicho en un momento histórico determinado, por una persona históricamente determinada. Pero, sí, pudiera extrapolarse a una reflexión acerca de lo concreto histórico: ¿cuál es la visión para insertarse dentro de un proceso histórico que apunta hacia un “pleno desarrollo”?: apunta.

En otros términos, ¿cuál ha de ser el status vital, no sólo de los departamentos de la Universidad Pedagógica, sino de la legitimidad de ésta misma? Hasta ahora, y esto no es mera teoría, es reflexión producto de la observación, lanzarse a realizar cambios pragmáticos en este sentido, sin tomar el pulso o, por lo menos, sin participar en desarrollo de los acontecimientos, es como colocar la carreta delante de los bueyes.

El problema del departamento de formación docente de una universidad creada como asesora del Estado en materia educativa, no es un problema ni interno ni meramente académico: ese es un problema menor frente a uno mayor: la subsistencia misma de la propia Universidad Pedagógica, o, mejor dicho, su legitimidad misma, consecuencial con la identidad que ha adquirido -en un desarrollo histórico - y que ahora se discute, se cuestiona, se desdibuja de alguna manera frente a un proceso de cambios y transformaciones, que si bien no se pueden sentir aún como un proyecto social nacional de alta claridad, indudablemente cuestiona e intenta instaurar una nueva visión totalizadora que envuelve también la cuestión educativa: es un germen que se intenta diseminar. Por supuesto, el problema es entonces y actualmente político, como nota dominante de una complejidad que se palpa como energía. Y como político, su expresión concreta ha de definirse desde las directrices de la correlación de fuerzas políticas que a cada instante, y de ahora en adelante, se establezca. De lo académico, todos sabemos que existe un grupo de excelentes profesionales en el Departamento de Formación Docente que son capaces, como lo han demostrado, de emprender los cambios esenciales, por lo cual sé que se han estado preocupando, pero es importante entender que el problema administrativo-académico, es, en este momento, un pseudoproblema.

bryce.alvy@gmail.com

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