martes, julio 06, 2010

Compartir aprendizajes

Por Hilde Adolfo Sánchez F.

Uno de los problemas de la inteligencia racional es su necesaria esquematización y organización asociativa de las ideas, de las imágenes, de los conceptos. Por ello los mapas o esquemas conceptuales tienen utilidad lineal; la dispersión, la disgregación, los atajos y vericuetos son difíciles de concebir.

En mis revisiones sobre Ausubel[i] y Novak[ii], tanto para el estudio de los mapas conceptuales como para el aprendizaje significativo, en oposición al aprendizaje mecánico, me encuentro con algunas paredes a las que inexorablemente debo derribar. Los mapas conceptuales son recursos importantísimos para el desarrollo de la racionalidad, tanto en la cognición como en la metacognición y responden, por lo tanto, al necesario entrenamiento de la inteligencia racional (cognitiva y metacognitiva). Todo su desarrollo y creatividad serán indudablemente interesantes, pero limitados. Hasta para hablar de las emociones se requiere de la inteligencia racional (mental, dirían muchos); pero sólo saliendo de esas barreras del convencionalismo lograremos dar el gran salto.

El mapa conceptual facilita la enseñanza pues dirige la intencionalidad pedagógica, ayuda al aprendizaje, conduce el recorrido del aprendiz. Debe el docente, sin embargo, garantizar la expresión y demostración de las múltiples posibilidades del estudiante, quien puede recorrer caminos distintos, y hasta opuestos, a los presentados por el docente con iguales y hasta mejores resultados.

Como evidencia debo reconocer la valentía de Novak para aceptar que su rango es la taxonomía de Bloom, con los niveles V y VI como su máxima aspiración:

Una vez que los estudiantes han aprendido a preparar mapas conceptuales, éstos pueden emplearse como instrumentos poderosos de evaluación. En su Taxonomía de los Objetivos de la Educación (1956), Bloom esbozó seis “niveles” de objetos educativos.[iii] Es sencillo redactar preguntas objetivas para comprobar si se han alcanzado los objetivos que Bloom llamaba del Nivel I (recuerdo memorístico de información concreta), pero resulta extremadamente difícil diseñar una prueba que determine si los estudiantes han analizado, sintetizado y evaluado los nuevos conocimientos (objetivos comprendidos en los Niveles IV a VI). (Pág. 3)

La otra afirmación discutible de Novak es que “no se comparten los aprendizajes sino los significados”.

Concretamente dice:

Adviértase que en ningún momento hablamos de aprendizaje compartido, porque el aprendizaje no es una actividad que se pueda compartir, sino un asunto en el que la responsabilidad es del individuo. En cambio, los significados sí se pueden compartir, discutir, negociar y convenir. Pág. 9.

El aceptar esta afirmación de Novak implica una serie de riesgos que me atrevo a expresar, para compartir. Ciertamente el significado es un contenido semántico condicionado por el sistema, por el contexto.

Significado, da. (Del part. de significar). Adj. Conocido, importante, reputado. || 2. m. Significación o sentido de una palabra o de una frase. || 3. Cosa que se significa de algún modo. || 4. Ling. Contenido semántico de cualquier tipo de signo, condicionado por el sistema y por el contexto. (DRAE)[iv]

El aprender se refiere a la adquisición individual, personal de algo por medio del estudio o de la experiencia (aprendizaje significativo ausubeliano).
Aprender. (Del lat. apprehendĕre). tr. Adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia. || 2. Concebir algo por meras apariencias, o con poco fundamento. || 3. Tomar algo en la memoria. || 4. ant. prender. || 5. ant. Enseñar, transmitir unos conocimientos. (DRAE)

Creo que la intención es hacer sentir al estudiante como el definitivo responsable del aprendizaje (Novak lo afirma). Esto ha ido sustituyendo, en el léxico educativo, el término educar por aprender[v] y con ello se han ido prefiriendo los vocablos tutor, guía, facilitador en vez de docente, maestro, profesor y educador, generando paulatinamente en una desaparición de la obligatoria responsabilidad pedagógica hasta llegar en un irresponsable y cómodo “dejar hacer” y en algunos casos hasta el “trabajen ustedes que yo cobro”.

Se rechaza el término por el desconocimiento de la virtud polisémica del castellano (para no referirme a otras lenguas como el francés o el inglés). ¿Será porque el aprendizaje no se puede repartir, dividir o distribuir en partes? Se obvia que el compartir se refiere también a la posibilidad de compartir, en el sentido de participar.

Compartir. (Del lat. compartīri). tr. Repartir, dividir, distribuir algo en partes. || 2. Participar en algo. (DRAE)

De manera que compartir es sinónimo de participar y en esta acepción nos refugiamos los que sí creemos en el aprendizaje compartido, en el aprendizaje que se comunica, en el aprendizaje que se participa.

Participar. (Del lat. participāre). intr. Dicho de una persona: Tomar parte en algo. || 2. Recibir una parte de algo. || 3. Compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc., que otra persona. Participa de sus pareceres. || 4. Tener parte en una sociedad o negocio o ser socio de ellos. || 5. tr. Dar parte, noticiar, comunicar. (DRAE)

Se comparte cuando se asumen las mismas opiniones, ideas de otra persona. Es que no podría ser de otra forma. Eliminar tan alegremente el compartir del aprendizaje sería descartar la función pedagógica. El docente comparte sus descubrimientos, sus opiniones, sus pareceres con sus alumnos. Esos pareceres, esos conocimientos los compartió antes, probablemente con sus maestros, con sus libros, con sus compañeros de estudio. Cómo se explica el logro esperado de Novak cuando dice que “La confección de mapas conceptuales por grupos de dos o tres estudiantes puede desempeñar una útil función social y originar también animadas discusiones en clase”. (ib. Ídem). Estudiantes y docente discuten significados; pero también, discuten y comparten aprendizajes.

A esto se agrega que el alumno debe compartir sus aprendizajes con su docente para que éste pueda verificar ese logro y valorarlo con una calificación. ¿Acaso se evalúan sólo significados?

El compartir el aprendizaje, más que los significados, le da fuerza individual y colectiva al aprendizaje. El significado tiene un infinito valor personal, pero el aprendizaje agrega un valor especial al acto educativo; le da un sentido trascendente y mantiene la necesidad de la escuela como “sistema”, como “ambiente”, como entorno del acto educativo.

Si logramos compartir estos aprendizajes y revisamos nuestro papel y nuestra responsabilidad como docentes, tal vez encontremos las fallas que como tales estamos cometiendo y a lo mejor descubrimos que ser docente tiene mucha más dificultad que la que probablemente estamos experimentando. Ser docente no es decirles a nuestros alumnos lo que deben aprender, inventar, descubrir, producir, e incluso llegar a sustituir nuestra función mientras nos limitamos a criticar, censurar y, en muchos casos, a burlamos de ellos pues sencillamente no tenemos la más remota idea del esfuerzo que están haciendo para lograr su aprendizaje. A lo mejor no hemos alcanzado el nivel de nuestros alumnos. Para beneficio de nuestros alumnos y para la tranquilidad de nuestra conciencia, sigamos compartiendo nuestras experiencias de aprendizaje.

En Palermo de Cubiro, 11 de junio de 2010.
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[i] Ausubel, D. P. (1976). Psicología educativa. Un punto de vista cognoscitivo. Ed. Trillas. México
[ii] Novak, J - Gowin, B. (1988) Aprendiendo a Aprender. Martínez Roca. Barcelona
[iii] Se ha criticado ampliamente, y con razón, la validez de los seis niveles de la taxonomía de Bloom. Si nos referimos a este trabajo es sólo porque se cita abundantemente en la literatura educativa y porque es bien sabido que la evaluación de los objetivos “más elevados” resulta, en el mejor de los casos, difícil. (Esta nota es de Novak, no mía).
[iv] Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
[v] Enseñar como antónimo de aprender, según DRAE

lunes, abril 19, 2010

Guerrilla Metonímica

Por Hilde Adolfo Sánchez F.
Cuando los muchachos antichavistas crearon el slogan “tas´ponchao”, a nadie se le ocurrió que habían jugado una “caimanera” con el presidente, y que le habían propinado los 3 lanzamientos por el “plato” sin que el mandatario lograra tocar la bola. El pasado 18 de abril leímos en la prensa: “Sabuesos detienen a 30 ciudadanos y los ponen a la orden de la justicia”. ¿Será posible que la sociedad protectora de animales proteste por el uso inapropiado de los canes? ¿Se ofenderán los integrantes del CICPC por ser tratados como perros?
Agreguemos: “Desde ayer comenzó la gira de medios por toda Venezuela promocionando su tema Traficando Flow, homólogo de su nuevo disco”. Esto es parte del texto de promoción de Waika MC de su producción “TRAFICANDO flow”, dice el cantautor que “se trata de una mezcla de hip hop, con ritmos afrocaribeños y música latina, que tiene buena vibra y expresan una letra de contenido social”. (http://www.analitica.com/va/entretenimiento/ocioccs/8988616.asp )
¿Quién puede pensar que esta producción se refiere a algún criminal? La notoriedad comunicacional del tráfico nos lleva a pensar en el mundo delictivo con esta palabra, pero esa restricción idiomática no castra la multiplicidad semántica de la palabra “traficar”, como “comerciar”, además de “hacer negocios no lícitos”.
Hace unos cuantos años, en Venezuela, se armó una frenética discusión por una canción de Guillermo Dávila en la que él hablaba de “Sin pensarlo dos veces, nos violamos de amor”. “Morirse de miedo”, hecatombe, colapso y muchos otros vocablos tienen un extremo significado, a lo que se agrega el recurso alegórico, figurativo para generar sus variaciones.
Al padre Rojas lo amonestó hipócritamente la iglesia por decir “Patria, socialismo o muerte”, la misma iglesia que ha impuesto el terror, la muerte (y no, alegóricamente), la iglesia que nos ha enseñado que sólo podemos matar y dar la vida por Dios y por la Patria. Esto justificó las cruzadas, por ejemplo. ¡Cuántos mártires son venerados por haber dado su vida por Dios!
Cíclicamente van surgiendo estas experiencias contradictorias en el idioma que conducen al enriquecimiento de la capacidad comunicacional de los hablantes, afortunadamente. El término guerrilla (diminutivo de guerra) es una “pelea de poca importancia”. Además de éste y otros significados se conoce como guerrilla, al antiguo juego de naipes. Cuando se dice “en guerrilla”, se trata de un locativo adverbial para referirse al trabajo “en grupos poco numerosos”. También da a entender que se trata “aisladamente, separados unos de otros” (DRAE).
Cada quien puede interpretar el término como le parezca alguna de sus acepciones. No creo que se haya armado algún conflicto cuando se inauguró el primer campeonato de naipes llamado “guerrilla”. Ahora bien, como la guerrilla es diminutivo de guerra es oportuno aclarar este vocablo que además de sus significados muy populares, actualmente, como desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias, lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación, en sentido figurativo, se refiere a “guerra campal entre madre e hijos”. Una guerra de bolas es un juego de billar en el cual entran tantas bolas cuantos sean los jugadores, y consiste en procurar hacer billas.
¿Quién no ha oído la expresión guerra de cifras, cuando se hace referencia a discrepancia sobre las cifras referentes a algo? ¿Qué es una guerra de palos? Un juego de billar en el que se colocan en medio de la mesa cinco palitos numerados, con los cuales se efectúan los lances. ¿Quién no habla hoy en día de guerra de precios para referirse a la rivalidad entre varias compañías o establecimientos por ofrecer los precios más bajos a sus clientes? Muy oportuno para referirnos a la famosa guerra sucia, conjunto de acciones que se sitúan al margen de la legalidad y combaten a un determinado grupo social o político. ¿Y cuando un niño da guerra por causar molestia, o por no dejar tranquilo a alguien?
Es probable que el próximo 13 de junio ya no bailemos la Batalla en homenaje a San Antonio pues “no debemos estimular los enfrentamientos entre los niños”, cuando esta costumbre ancestral con el baile de garrotes jamás ha sido pensada negativamente sino como reconocimiento a la acumulación tradicional de una cultura que el sistema educativo la transmite generación tras generación. Cada uno de estos términos ha ido variando históricamente de acuerdo con necesidades expresivas de cada ocasión. Eso ha sido bien interpretado y se ha producido un desplazamiento semántico en función de la aceptación o no de los hablantes. Si no queremos ver La Batalla como un hermoso Son del Tamunangue por referirnos a una expresión violenta, debemos eliminar las competencia de sables, espada, esgrima, boxeo, lucha. Debemos eliminar el béisbol en el que se “enseña” a los niños a “estafar, robar” las bases y hasta se otorga un premio al mejor “estafador”.
Si revisamos nuestras fechas patrias, unas cuantas son para celebrar batallas, asaltos, guerras, guerrillas, enfrentamientos militares, sublevaciones y hasta “traiciones” ¡Cuántos epónimos (como Andrés Eloy Blanco, Lisandro Alvarado, etc.) deben sentirse como “cucarachas en baile de gallina” con tantos guerreros, combatientes, militares como “colegas simbólicos”! Es que la diferencia entre traidor y héroe la impone el “triunfador”. El ascenso al poder de unos y otros va intercambiando ese orden a gusto y antojo.
Ciertamente debemos estar pendiente y observar de qué se trata la “guerrilla comunicacional”. Dentro de la “guerra mediática” (entre medios chavistas y antichavistas), me parece que se trata, y es una simple especulación, de la multiplicación del programa “La Hojilla” de Mario Silva, una guarimba mediática, tal vez (descripción, sin bautizo, por Chávez en su enfrentamiento con Caldera y como criminalización contra sus opositores, después). No tengo dudas de que esta nueva “guerrilla” es una acción política; y de acuerdo con lo que han dicho algunos voceros chavistas se trata de “enfrentar aisladamente con iniciativas espontaneas, “la mentira de los medios”. Algo parecido a lo que hicieron los teléfonos celulares en España en las elecciones y la terrorista explosión de la estación del metro, con Zapatero como el ganador de esa “guerra” de mensajes de texto. La misma guerrilla impuesta por la oposición venezolana por medio de las “redes sociales”, sólo que los chavistas la bautizaron y con tan estruendoso éxito que han superado a los publicistas cuya inteligencia parece que se les ha quedado en los genitales (“sólo el sexo vende”).
Recordemos que como “guerrilleros” ultramodernos se comportaron los estudiantes de la oposición cuando se movilizaron recientemente en Caracas, mediante el twitter; engañaron a todo el mundo, especialmente a los organismos de “seguridad” del estado y a los mismos dirigentes del oficialismo. Sorprendieron a propios y extraños cuando se aparecieron en el canal 8 para exigirles a directivos de esa planta que modificaran su violenta programación. Expresaron fuertes críticas muy especiales al programa del Mario Silva. Creo que esa acción fue de “guerrilla” y no precisamente para generar violencia sino en busca de la paz. Si lo hubiesen hecho convencionalmente, en el marco de una batalla, no habrían llegado al canal o se habría generado algún lamentable enfrentamiento.
De manera que, como lo expresa el DRAE, la metonimia es, en el mundo de la retórica, un tropo que consiste en “designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc. (las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria, etc.).
No es necesario aparentar ser más brutos que lo que realmente somos. El gobierno quiere decirle a la oposición cómo debe desempeñar ese rol y son esas críticas duras las que le han permitido al antichavismo cambiar y avanzar. Los antichavistas sólo se preocupan por declarar malo todo lo que viene de sus adversarios sin que surja alguien que ofrezca un proyecto distinto del socialismo; tal vez temen que con sus observaciones el gobierno corrija y mejore el país y se aleje más la posibilidad del “quítate tú pa´ponerme yo”. El gobierno está empeñado en imponer un “socialismo capitalista” y a los antichavistas parece que les gustaría un “capitalismo socialista”. Probablemente ambos bandos están de acuerdo “diacrónicamente”; como con la Constitución pues quienes más la rechazaron se han constituido en su más apasionada defensa y a quienes la escribieron ahora les genera urticaria. Desde Palermo de Cubiro.