viernes, febrero 22, 2008

LA PARÁBOLA DEL ESPECULADOR


Palimpsesto

Por Naudy H. Lucena

Si usted, mi estimado lector, coloca a un consumidor en una olla de agua caliente, este intentará escaparse de inmediato, pero si lo hace gradual, con paciencia, sutilmente, permanecerá tranquilo. Primero comienza a escasear la leche, después el arroz, el azúcar y la harina; el pollo desaparece junto a la carne de res y el pescado nada que ver; pero el consumidor de estos productos, a pesar de hacer algunas quejas en las largas colas de los supermercados; llevarse uno que otro bastonazo por las costillas, extrañamente, como un místico Español, artista del hambre, sabe esperar, es decir, hierve lentamente.

En eso, surgen en la escena dos figuras negativas del repertorio económico emergente, el acaparador y el especulador, entre tantos otros mercaderes, a quienes se responsabilizan de inmediato de la escasez y una vez detectados y aparentemente controlados los efectos dañinos que estos han provocado, aparecen la leche y el arroz y comienzan a llenarse los estantes y disminuyen un poco las colas de los supermercados. Eso si, los productos tienen una nueva etiqueta y nuevos precios. Tal como lo pronosticó Peter M. Senge (1), igual a la rana hervida, algunos consumidores sienten el efectos de los hechos de la realidad económica pero no están preparados para comprender y defenderse de los procesos de cambios , subyacentes, lentos y sutiles en los cuales están comprometidos. Su adaptación a los cambios es lenta pero segura.

En este sentido, podría decirse que la realidad socioeconómica del país, es algo que no se puede modificar de un solo golpe, salvo hacerle algunos arreglos que compensen un poco sus deficiencias y todas aquellas situaciones imprevistas del mercado, como el acaparamiento y la especulación que tienen su interpretación-explicación en las leyes clásicas de la economía, la circularidad , la oferta y demanda, la producción, los inventarios; y demás cuadros derivados de la oposición entre la abundancia y la escasez, aquí por el contrario, tales cosas dejan en el público consumidor una visión un poco desamparada de la realidad.

Así que, las reglas universales de la economía sobre la cuales siempre se ha creído y algunos creen que se apoya el edificio social, si se comparan y aplican en la sociedad nuestra, se observa que estas son intervenidas fácilmente por la negación creadora y continua de los llamados “vivos”, el parásito, el excéntrico, el oportunista, el avaro, el corrupto, el “te estás llenando”, “No me de pero póngame donde hayga” (2)

¿No serán estas figuras del acaparador y el especulador, los símbolos básicos de las leyes de la economía y además parte de la filosofía que rige el país?

¿No serán, el acaparador y el especulador, metamorfoseados estos bajo otras figuras, los mismos empresarios, el almacenista, los bodegueros, los detallistas, el buhonero y tantos otros personajes del mundo económico, reino de las oportunidades?

Ellos son, aunque usted no lo crea, los que inciden en la llamada demanda, incluyendo la ansiedad y demás elementos simbólicos y abstractos del deseo, inducido, provocado o no, del consumidor; ellos retiene sus inventarios y al igual a los caimanes del Orinoco esperan el momento propicio para poder distribuirlos, porque paradójicamente, ganan sin vender, y pierden de ganar más si venden y además, son los únicos que regulan realmente en el mercado toda clase de ofertas; el monopolio y el oligopolio lo inventaron ellos y quien monopolice y oligopolice en este reino de oportunidades buen monopolizador y ologopolizador será.

Ellos imponen descaradamente sus intereses por encima de cualquier responsabilidad social y hasta llegan a estar al margen de las leyes vigentes; se burlan de toda clase de control y al final quedan impunes. ¿Quién podrá defendernos? La consigna que ellos manejan sobre nosotros los consumidores es muy clara, cada día sale uno a la calle y quien lo encuentre es de él. A ellos no les importa destruir el negocio sino salvarse a sí mismos; en todo caso todos esos bienes ganados no son fines en sí, sino recursos; sus actividades son en cierto modo una negación que afirma aquello que niegan, destruyéndolo. Después de ellos, como la cabra de Josefita Camacho (3) suelta en el jardín, nada será igual…

NOTAS
(1) Peter M. Sengue (1995) La quinta disciplina. Ed. Granica;Barcelona, España.
(2) Entre algunos miembros de ciertos grupos sociales de Venezuela, en general entre los sectores excluidos de la educación, “hayga” equivale a haya. Una persona que utilice esta expresión es considerada como “mal educada”, “marginada”, entre otros calificativos.
(3) “La Cabra Mocha” es una canción navideña venezolana (gaita zuliana), de mucha popularidad. Y dice así:

(Gaita venezolana)
Autor: Pandelio Hernández
Año: 1964

Esta vieja cabra mocha, antañona y populares una gaita ejemplar que cantando no se jocha (bis)

Estribillo
Ahí viene la cabra mocha de Josefita CamachoEs mocha de los dos cachos, del rabo y las dos orejasY es por eso que no deja que la cojan los muchachos
Esta gaita maracucha no tiene comparación porque alegra un parrandón y la baila quien la escucha (bis)

Estribillo
Un día la cabra mocha se le escapó a JosefitaPues quería hacer cositas con el chivito de Arocha (bis)

Estribillo
Aunque no tenga los cachos, ni el rabo, ni las orejas,Josefita no la deja que la cojan los muchachos (bis)

Estribillo
La cabra mocha parió del chivato de Morillolos chivitos amarillos que Josefita vendió (bis)

Estribillo
La cabra mocha es feliz cuando la llevan pa´l monte porque se equipa bastante con orégano y cuquí (bis)

La siguiente dirección presenta una reseña histórica de la gaita venezolana (Maracaibo, Estado Zulia). La misma contiene un link para escuchar “La Cabra Mocha”:
http://www.saborgaitero.com/2_Enciclopedia/que%20es%20la%20gaita.htm

Como anécdota, “¿Sabia usted que (…) La verdadera letra del estribillo es el (sic) siguiente: Ahí viene la cabra vieja/ de Dolorita Camacho/ es mocha de los dos cachos/ del rabo y de las orejas/ y por eso que no dejan que la agarren los muchachos”.
Tomado de:

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