lunes, enero 28, 2008

Quién sirve para las ciencias y para qué nos sirven las ciencias. (3ra y última parte)

Todos. Para hacernos seres humanos más completos. Esas son las respuestas. Pero si su curiosidad va más allá de saberlas, y Ud. quiere saber por qué esas son las respuestas, entonces lo invito a una lectura, en tres partes, que espero lo motive a apreciar y disfrutar de las ciencias, como uno de los caminos que nos llevan al mejor entendimiento de los que nos rodea, como parte del crecimiento humano.


El valor social de la ciencia


Algunas mentes mecanicistas insisten en la idea de que si un trabajo científico no produce un beneficio específico y tangible, en otras palabras un aparato, entonces no tiene trascendencia social. Esta es una visión anticuada y pobre del valor diverso que las ciencias nos ofrecen. Anticuada porque fue en el siglo XIX y principios del XX que se pensó que las ecuaciones diferenciales podían describir todo fenómeno observado en la naturaleza, si dichas ecuaciones eran conocidas. En esta visión, dadas unas condiciones iniciales y las ecuaciones que gobiernan el fenómeno, la solución final y sus resultados podían ser predichos con exactitud, como una máquina, que provista de los ingredientes adecuados, produce siempre el mismo resultado conocido. La realidad es que, primero los errores observacionales asociados a la obtención y medición de los datos de un fenómeno, nos impiden desde un principio el acceso a la información exacta que necesitaríamos para determinar esas ecuaciones. Lo segundo es que aunque conozcamos las ecuaciones que rigen un determinado suceso, puede ocurrir, como con el caso de la teoría del caos, que un leve cambio en las condiciones iniciales produce un resultado final absolutamente distinto.

Históricamente, la estadística y los métodos numéricos han sido los que nos han permitido cuantificar de alguna manera la información que obtenemos de los fenómenos, y en base a ellos, hacemos la conexión con el mundo teórico de las ecuaciones, dentro de lo que permiten los errores observacionales. Pero en las últimas décadas, el desarrollo de nuevas áreas de las matemáticas como la teoría del caos y la geometría fractal, han abierto la posibilidad de abordar temas – como la porosidad de un medio esponjoso - que ni siquiera estaban al alcance de los métodos numéricos. Es interesante que ambas aproximaciones nacieron de ideas profundamente abstractas de los llamados sistemas dinámicos y la geometría, como por ejemplo, el de crear estructuras autosimilares, que lucen siempre de la misma forma no importa cuantos aumentos hagamos de las mismas. Estas figuras presentan características extremadamente inusuales como el tener una longitud infinita, aunque poseen un tamaño finito, como el llamado copo de Koch (http://es.wikipedia.org/wiki/Copo_de_Koch, http://en.wikipedia.org/wiki/Self-similarity)

La visión mecanicista de la que hablé es además pobre, porque los beneficios de la ciencia se manifiestan no sólo en el mundo físico que tocamos y manipulamos, sino en el mundo de las ideas, en los intelectos, en las mentes, en la imaginación que todos poseemos y tenemos el derecho de usar y explorar. Nadie duda de la mente crítica e indagadora de los científicos, ¿entonces por qué no tener todos acceso a esa habilidad también?, insisto, no necesitamos ser científicos para lograrlo, pero si necesitamos aprender y disfrutar de las ciencias. La ciencia y la tecnología ni son lo mismo ni se hacen igual, la tecnología se origina en su forma más fundamental y original de las ciencias. Ambas son necesarias, ambas son importantes, ambas tienen gran un valor social, por su impacto en la evolución de la sociedad humana. El impacto más notable de la tecnología se percibe en la rapidez con que fluye la información y se realizan los acciones, eso ha determinado que la distribución de nuestras actividades en el tiempo haya evolucionado, disminuyendo la duración de algunos procesos, como la obtención de alimentos, y abriendo espacio para otras actividades, algunas de ellas tan novedosas que toman de sorpresa a la sociedad, y no siempre sabemos como manejarlas apropiadamente (como por ejemplo las redes sociales virtuales en internet). La tecnología muchas veces se adelanta al marco ético y moral que debería regularla, como en el caso de los experimentos de clonación con células madres. La tecnología ha tenido como meta global fundamental mejorar la calidad de vida de los seres humanos, y sin embargo son pocos quienes pueden disfrutar de las mínimas condiciones de nutrición y salubridad a las que todos tenemos derecho. Continentes enteros sufren de las más terribles condiciones de vida, que deberian darnos vergüenza como pobladores de este planeta. Es claro que la tecnología por sí sola no resuelve las desigualdades sociales a las que nos hemos atado, desde que comenzó la revolución agrícola del neolítico.

Por otro lado, el valor social de las ciencias es el poder intelectual crítico que adquirimos con el aprendizaje de las mismas. Es posiblemente el valor más importante, y a la vez el más intangible, el que más debemos preocuparnos por adquirir, porque esa manera de ver las cosas como ocurren alrededor, nos permitirá tomar decisiones y actitudes pensadas y meditadas, y no ser víctimas ignorantes de tendencias externas y ajenas, como por ejemplo creer de buenas a primeras en base a fotos de periódicos sensacionalistas, que los extraterrestres han visitado nuestro planeta y han realizado experimentos biológicos con seres humanos. La ciencia nunca ha negado la existencia de vida extraterrestre, pero todos los astronómos sabemos muy bien que las distancias en el universo son tan grandes, que por ejemplo la luz, que es la cosa que más rápido puede moverse, tarda unos 25 mil años en viajar del centro de nuestra propia galaxia hasta nosotros. Semejantes espacios hacen improbable el encuentro de dos fuentes distintas de vida. Es precisamente el límite físico de la velocidad finita de la luz, el que nos permite tener una ventana directa hacia el pasado del Universo y nos deja ver como fueron sus inicios, en la luz de las galaxias más distantes, cuyas imagenes nos muestran como eran los astros al comienzo de los tiempos. De otro modo, viviriamos hoy día mucho más ignorantes de la evolución cósmica, de lo que ya estamos. Los que apresuradamente aceptan la teoría de la visita extraterrestre, cierran en sus mentes la posibilidad de una explicación bastante más terrenal, como la que han planteado ya algunos psiquiatras y criminalistas, que indican que las supuestas abducciones bien pueden ser una cortina de humo, para ocultar crímenes de carácter sexual. Una persona víctima de semejante acto traumático es presa fácil de cualquier engaño que le haga creer que su cuerpo fue víctima de algo totalmente ajeno a este planeta. Hasta los mismos victimarios pueden macabramente propiciar este escenario y literalmente lavar el cerebro de la persona, cuya mente tambien actúa en este mismo sentido, bloqueando lo que seguramente es una espantosa realidad, substituyéndola por una historia fantástica, donde los culpables con literalmente inalcanzables.

De modo que la ciencia nos ofrece el inmenso valor de la visión crítica de lo que nos rodea, ello nos permitirá tener autocontrol de nuestros pensamientos, de nuestras ideas, de nuestras opiniones y sentimientos, de nosotros mismos, que es a fin de cuentas el único control que debemos aspirar a tener, aunque es sin embargo el más difícil de lograr. Cuando internalizamos el concepto de acción individual humana (y no de reacción condicionada), entonces somos personas que contribuimos genuina y sanamente al conglomerado que conforma la sociedad humana. Nuestras acciones pueden tener una consecuencia específica, planificada para el beneficio de quienes nos rodean. Si nos dejamos llevar sin conciencia por lo que nos rodea, y simplemente reaccionamos como perros plavlovianos, no somos más que actores de un guión que otros han escritos, y nuestros actos tendrán las consecuencias que los guionistas hayan previsto, según sus intereses. Si todavia hay continentes enteros muriéndose de hambre, porque varios de esos intereses no incluyen la extensión de los beneficios a todos los habitantes de este planeta, es entonces quizás conveniente que otras civilizaciones pensantes del Universo no nos hayan encontrado todavia, porque seguramente quedaríamos en vergüenza cósmica.

Einstein decía que la educación era lo que quedaba después que a uno se le había olvidado todo lo que aprendió en la escuela. Es muy cierto, se olvidan los conceptos y las formulas, pero quedan las lecciones más importantes, la manera de ver el universo, que es todo lo que nos rodea, desde lo más pequeño, hasta lo más grande, desde lo más cercano hasta lo más lejano, desde nuestra entorno mas familiar, hasta el conglomerado social que es nuestro país, nuestro continente y nuestro planeta. Ese es el valor de la ciencia.

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P.S. Alvy, gracias por tus observaciones sobre lo que significa el valor social, la reflexión que ellas indujeron, produjeron como resultado, un par más de párrafos que enriquecieron enormemente este artículo.


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