domingo, marzo 11, 2007

¿Quiénes son los amigos del zorro?

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VS (vs) VS
Por Alvy Bryce Calles

De mi lanza depende el pan que como, de mi lanza, el vino de Ismaro.
Apoyado en mi lanza bebo.

No me gustan los jefes altos de paso ágil
orgullosos de sus bucles y su afeitada a contrapelo.


Prefiero uno bajito, chueco, pero bien plantado
y lleno de coraje.

Siete cayeron muertos, que alcanzamos a la carrera,
éramos mil los asesinos.

Un sayo se jacta hoy con mi escudo perfecto
que abandoné junto a un arbusto, apenado.
Pero salvé la vida. ¿Qué me interesa ese escudo?
Peor para él. Uno mejor me consigo. (Arquíloco)



La pregunta ¿cuál es el verdadero enemigo?, no tiene respuesta.

O tiene tantas que su significado queda restringido al campo particular a partir del cual se aborda, o a quién lo aborda. Cualquier intento de ubicación, conduce a la ubicuidad: muéstrese como se muestre. La multiplicidad de aspirantes a tal distinción, transforma siempre al otro en una especie de “mentiroso patológico”, desde la perspectiva de otro “otro” interesado, lo cual no significa que éste no sea serio. Por ejemplo, la guerra entre organizaciones y aspirantes a enemigo o a cazador es un enfrentamiento fraticida; cada cual, en un proceso casi inconsciente, se une al resto para rodear y aniquilar cualquier intento de ubicación, así como lo hacen los glóbulos blancos con el invasor: ¿el recién atrapado, es el verdadero enemigo?; “todos contra uno”, “uno contra todos”. El trofeo en un horizonte virtual: la verdad. Mención honorífica.


Parte del verdadero problema de la confrontación no es, ¡jamás!, exterminar al enemigo, ¡no es posible!; cuando se cree exterminado, reaparece, tarde o temprano, con más fuerza; en todo caso, ubicarlo es la prima intención: definirlo, darle un significado, lo cual siempre es arbitrario con respecto a otro código de valoración, es axiológico: ¡es la más difícil de todas las tareas! Exterminar al enemigo, a veces, significaría el exterminio de uno mismo. Todo enemigo es un significado temporal. Su materialidad es una ilusión: no es corporal; es una presencia incorpórea que se instala, no importa su origen o sólo importa para darle presencia arbitraria. Cuando un enfermo de celos le quita la vida a su contendor, el problema menor es la muerte física; lo asesinado es su propia incapacidad para retener la atención de su amada, ¿cómo reglamentar la incapacidad?

La peor de las estrategias es la fuerza: en cualquiera de sus modalidades, todas son una y lo mismo, bien sea física, psicológica, ideológica, espiritual, bien sea “en nombre de…”. Siempre funciona por impacto, pero su gran debilidad es que en medios excéntricos puede desaparecer instantáneamente por muerte súbita, aunque en otros medios su muerte puede retardarse. El enemigo: a veces es excéntrico. Ni siquiera los grandes anillos de contención del enemigo pueden con él: se ha extraviado, “se busca un enemigo”. Los anillos hacen más débil al combatiente: puede ser ubicado. ¿Qué es lo que se protege con policías secretas, espías, ejércitos, inteligencia?: lo que yo significo, o creo significar. Pensamiento unívoco. Caldo de cultivo para hacer más fuerte al enemigo: significa literalmente “traerlo a casa”, ¿siervo o cuervo?, cuestión grave porque nadie sabe qué o quién se disputa tal privilegio.

Y si algún día el guerrero llegare a encontrar al enemigo y ordena a sus ejército de fieles exterminarlo, ¿cuántos de estos escucharán el consejo de Arquíloco? ¿De cuál lado está “la hez del pueblo”? A veces, “¿la circunstancia obliga?”: “…si se encontraban juntos los pueblos del Yueh y del Wu embarcados en el mismo navío azotado despiadadamente por el oleaje, llegarían a colaborar al unísono aun considerándose enemigos y...‘exactamente lo mismo que la mano derecha colabora con la izquierda’” (Sun Tzu. El Arte de la Guerra. Pág. 5. Panapo, 1990)

“¿Quiénes son los amigos del pueblo?”, pasó a la historia antes de hacer historia, pero ¿la hará o no? A veces, sólo el ciego ve. El “en sí”, zorro o gallina, se alterna, en su proceso permanente de transformación, en “para sí”, u otro: no tiene la mínima noción de dónde realmente se encuentra éste pues desconoce sus innegables cualidades de ubicuidad y ambigüedad. Incertidumbre: ¿adentro o afuera?

Los enroques son fatales: siempre se hacen con las mismas importantes piezas, obedeciendo una regla y en momentos predecibles; siempre se hacen con aquellos que pueden entrar al anillo por sus pasajes secretos. ¿Quién traspasó el anillo? Si atinamos a entender un caso de la Venezuela política reciente, es obvio que “Huguito” no existe. Lo que se incrustó en las Torres Gemelas no fueron aviones: fueron ideas; fue una muy particular concepción y significado de la justicia, ¿política?, de Dios, del poder, de la igualdad social y del equilibrio mental.

Se recurre al enroque corto cuando el largo se hace cada vez más pequeño. Perder puede ser estrategia del enemigo, no triunfo del ganador. La ardilla, cuando se siente observada, simula el entierro de la nuez en un lugar en el que sabe lo buscará su competidora; luego lo entierra en otro: cazador cazado. No existe la “limpieza” dentro de las organizaciones: ¡error fractal!, no fatal. La selección no la hace el líder: éste existe para otros menesteres.
Continuará...
Alvy Bryce Calles: bryce.alvy@gmail.com


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