lunes, marzo 26, 2007

La Educación Futuro Común (II)

(Viene de La Educación Futuro Común I:
http://edcero.blogspot.com/2007/03/la-educacin-futuro-comn.html)

Invitado
Carlos A. Vásquez D.

En Venezuela se excluye a la mujer. No es cierto que nuestra mujer participe en todos los procesos de la vida supuestamente democrática. Participa a medias. Cuando se embaraza por ejemplo, se le despide de su trabajo alegando cualquier cantidad de injusticias, aún cuando nuestra legislación laboral no lo permite. Se le excluye porque aún en Venezuela prevalece la condición machista.

Se le excluye por su sexo, por su color, por su procedencia y de esa manera negarle sus derechos legítimos. En nuestro país, a pesar de la tan cacareada globalización ser mujer, anciana, embarazada, de color, es un elemento excluyente. Por supuesto que aquí el concepto de la palabra tiene que ver con incluir a alguien entre los de su clase o dejar de aplicarle el mismo trato. Responsablemente quiero señalar que la exclusión en la mujer aún no tiene una estadística, sin embargo en las diferentes casas de la mujer que existen en Venezuela, pudiera haber una aproximación de la cantidad de casos de maltrato físico (que es una manera de excluir), de violación de derechos individuales y sociales, hasta llegar a la frase común de “seguramente es una mujer”. No me refiero aquí, a que la mujer haya sido excluida en su totalidad sino que no ha sido incluida en su totalidad, al igual que el hombre y que los niños. El problema de la exclusión en Venezuela, tal como el de la simulación, es un asunto de fondo, de ambigüedad, sobre el cual habría que reflexionar si usted es responsable o se siente responsable de la conducción de grupos en el área educativa.

Nuestra educación no está globalizada. Todavía nuestros parámetros de comparación están relacionados con políticas infraestructurales deplorables que perjudican a niños y maestros en general. Si usted ha tenido la experiencia de recorrer la provincia venezolana y algunas zonas de la capital denominadas marginales, habrá podido constatar que la infraestructura de las instituciones no se pueden comparar con la de otras naciones dado el grado de deterioro y falta de mantenimiento de las nuestras. Si usted revisa la aplicación del currículo, se dará inmediatamente cuenta de que el Proyecto Pedagógico Plantel o de Aula, no es coherente con la actividad docente ni mucho menos con la necesidad de los niños porque sencillamente ha sido importado de otra escuela. Todavía y a pesar de la Ley Orgánica del Niño y del Adolescente, al niño se le “prohíbe” de cierta forma pensar, criticar, divertirse, correr y gritar en sus recreos. Todavía se da un trato humillante a los jóvenes cayendo perversamente en la exclusión de ellos en ciertos aspectos.

Existe un analfabetismo que ayer se hallaba dentro del neorriquismo, hoy es el analfabetismo de élite que inclusive tiene que ver con los procesos Instrumentales de la lectura y escritura elementales. Así, no es difícil conseguir una persona que pertenezca a una clase económica medianamente pudiente e inclusive, pudiente que no comprenda un aviso informativo de los tantos que hay por allí en calles y autopistas. Que no comprenda las leyes. Que no entienda lo que sucede con su hijo en la escuela y mucho menos colabore con su formación. Que no entienda de circulación y mecánica vehicular. Que no entienda que la lectura es buena para sus hijos y para toda la familia. Que no entienda que la unidad familiar es lo más importante y que cualquier división hay que desecharla.

Venezuela está en crisis, siempre lo ha estado. La educación venezolana está en crisis, siempre lo ha estado. Estamos en crisis porque la pobreza ha reaparecido y lo más alarmante es que lo ha hecho con nuevas categorías: el pobre indigno, el pobre miserable,... Pero, reflexionemos un momento, ¿por qué reaparece? Sencillamente porque no había desaparecido, cumpliendo así con el surgimiento de un proceso que denominaré difuminación fenoménica (7). Esa ignorancia, plena de pobreza con nuevas categorías, no sólo económica, se manifiesta a través de la práctica de un proceso de exclusión en tres etapas: precariedad, marginalidad y exclusión (Cf. Gráfico nº 2).

La precariedad se caracteriza por la permanencia del individuo en un “lugar” de la sociedad, de un rol social y “entonces” de nexos sociales normales. Se podría medir por los indicadores tales como el trabajo, el total de entradas económicas y de los bienes, la educación formación, la salud o la vivienda.

La marginalidad es un fenómeno socialmente visible y consiste en una “deportación” (a veces voluntaria) del individuo de su lugar y de su rol social en la periferia de la normalidad pero aún dentro de ella. En ellas hay intervenciones exteriores de grupos familiares o de amistades que ayudan a hacer frente a dificultades económicas, de vivienda, de educación, salud...

La exclusión es una noción que ha sido propuesta por Secrétan en 1959: “[los pobres] son de nuestro mundo sin estar en él”. Esta exclusión tiene tres sentidos diferentes: aquella de handicap, físico o mental, aquel de la inadaptación y aquel de la deprivación o incapacidad de mantenerse en el modo de vida dominante de una sociedad. Técnicamente, el excluido está fuera de la sociedad: no posé ninguna entrada regular ni grupo familiar o de amigos estables, inclusive en algunos casos no tiene domicilio fijo.

La pregunta es obligatoria a mi manera de ver, ¿de qué forma se desarrollan estas desigualdades? Generalmente, la respuesta es una: no existe un equilibrio entre lo social y lo económico. Esa falta de equilibrio se debe en la mayor parte de los casos a que los cambios súbitos que ha experimentado la sociedad actual bajo los “nuevos” esquemas económicos, son superficiales. Y sobre esto tengo que insistir: al parecer los cambios económicos y educacionales de una gran cantidad de países, sobre todo, latinoamericanos que van hacia una deplorización del sector económico y del sector educativo empeñándose cada día en trasladar modelos consolidados en el fracaso y de los cuales se sabe, sufrieron la más honda depresión de su momento en tiempos de paz.

Los síntomas de esas desigualdades se evidencian en las mediocres condiciones de vida que los niños (Cf. Gráfico nº 3), en nuestro caso, venezolanos han tenido para integrarse al sistema escolar. De allí se deriva una educación también mediocre y de deserción como resultado de una falta de trabajo o existencia de pocas fuentes de trabajo pero en muy duras condiciones, débiles entradas económicas aún cuando se señala un salario mínimo que se mantiene por debajo de una realidad económica, como consecuencia de lo anterior hay poco Consumo de bienes y servicios útiles, existe una fuerte mortalidad, maternidad fuera del matrimonio y familias numerosas, inexistencia de viviendas o poca existencia pero insalubre, obviamente que no existe diversión, entre otros síntomas.

Lo más sorprendente de todo lo que he venido escarceando es que en todos los casos, en países ricos o países pobres, se ha producido una economía llamada paralela que describiré como engranaje de economía: mientras que en los países ricos existe una miseria relativa, en los países pobres existe una miseria absoluta. Las entradas económicas se obtienen en los países ricos como un complemento mientras que en los pobres como de base. En ambos casos existe obstáculos burocráticos pero en el de los países ricos además fiscales y en los países pobres socioculturales, por lo tanto la vía legal no existe, ocasionando para los países ricos el crecimiento de problemas fiscales y en el caso de los pobres: problemas sociales. Lo más interesante es que las entradas económicas de los países ricos apuntan hacia un mejoramiento de las condiciones de vida pero en los países pobres por un crecimiento de los problemas sociales tendiendo a sobrevivir y en ambos casos a la creación de una vía informal que sustituye la legal (Cf. gráfico nº 4).

¿Cómo prevenir esta ignorancia? La respuesta me lleva a pensar en la responsabilidad académica, en la responsabilidad social, en la responsabilidad política, en ese orden específicamente. Por lo tanto me concentraré en decir que, la práctica de la lectura deberá hacerse de manera regular para que cada sujeto pueda comprender según su experiencia y conocimiento lo que lee. Sabido es que aquellos niños que no dominan desde la edad escolar los mecanismos de la lectura, acumulan desde el primer año problemas en la mayoría de las materias escolares. Entonces, para mejorar las condiciones de vida desde todos los puntos de vista, no necesitamos alfabetizar puesto que el término se ha convertido de manera ambigua en político y en tratamiento para “adultos”. Enfrentamos entonces, una problemática bien compleja que se debate entre la persona analfabeta y el iletrado.

La analfabeta es aquella persona que jamás aprendió a leer y escribir, o que si lo han hecho de alguna manera es como si nunca lo hubieran adquirido. Los iletrados por el contrario, han aprendido a leer y escribir pero no han podido integrar a su vida estos aprendizajes. ¿Cuál es el fenómeno que manifiesta e insistentemente se produce en Venezuela? Yo diría que ambos: el iletrismo y el analfabetismo. Y ambos problemas competen a la educación. En este caso debo acentuar lo relacionado con el analfabetismo quien siempre ha estado vinculado a la cuestión religiosa, y ahora a lo político, pues cuando las cosas comienzan a cambiar en el siglo XV, durante la Reforma, se necesitaba que la población integrara a sus hábitos diarios, la lectura. Así la alfabetización se convertirá en una necesidad y en una obligación para ganar la vida eterna. De esa manera se fue incorporando la alfabetización a la idea de progreso de las comunidades: todos saben leer, todos pueden leer la Biblia y asistir al rito religioso. Luego nos enteramos de que los obreros y los artesanos alfabetizados se encontraban más motivados al trabajo.

A partir de la Revolución Francesa y específicamente en el artículo 11 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano [5-5-1785], se reconoce que cada francés, tiene el derecho de expresar sus opiniones y de compartirlas con otros ciudadanos por medios de escritos que a partir de ese momento se repartirán en todas las capas sociales.

Con la aparición de esta ley, aparece también el medio impreso en el cual se podría expresar las ideas pero para ello se debía saber leer y escribir. Cosa bien interesante porque se empezó a pensar que era a la educación a quien le correspondía establecer una igualdad de hechos entre los ciudadanos. Así se convierte entonces a la educación y específicamente al proceso alfabetizador como un deber de Estado.

Todavía hoy, es un deber del Estado (8) pero ¿con qué finalidad? Ya no podemos hablar sólo de la evangelizadora, tampoco de la mera transmisión de conocimientos y mucho menos de la ideologización. Estamos ante la presencia de un fenómeno integral. Novedoso, que amerita estrategias también novedosas. Que amerita respuestas coherentes con el tiempo y con las necesidades ciudadanas.

No está bien emplear la educación para evangelizar solamente, tampoco para ideologizar… eso implica inclinar la balanza hacia uno de los lados. Vista así, me parece que hemos tomado a la educación con características de propaganda y de publicidad. Con la educación no cuentan las campañas, la educación es una cruzada de largo plazo. En esa confusión, entre otras, ha estado nuestro error, es hora de corregir. Todavía no es demasiado tarde.


NOTAS
(7) [surge tan rápidamente y se mantiene estable por demasiado tiempo que cae en lo excesual hasta convertirse en un fenómeno hiperreal].
(8) Maturana, Humberto. (1997). Emociones y Lenguaje en Educación y Política. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones. ¿Para qué sirve la educación? En Una mirada a la educación actual desde la perspectiva de la biología del conocimiento.[ Este artículo ha sido escrito y enviado por el Dr. Carlos Vásquez, es su obra y creación aún cuando al final del mismo en la presentación aparece la frase "Escrito por Alvy Bryce C. a las X horas...". Es un problema técnico que eperamos solucionar pronto. Presentamos disculpas a nuestros lectores y al autor]

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