jueves, junio 21, 2007

Conflicto de derechos


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Por Hilde Adolfo Sánchez F.



Ante los recientes gritos de libertad y derechos de expresión e información, me han saltado dudas sobre mis derechos por lo que debí revisar rápidamente lo que al respecto contiene tanto el DRAE como la Enciclopedia Encarta de Microsoft. Recordé entonces mis conversaciones con Adolfo Sánchez Aguilar (mi padre) cuando era secretario del jugado del entonces municipio Diego de Lozada (Estado Lara, Venezuela) y mis primeros años de vida en el seminario “La Divina Pastora” de Barquisimeto (Capital del Estado Lara). Encontré que el derecho es “la facultad del ser humano para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida” y también la de “hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor, o que el dueño de una cosa nos permite en ella”. Me complico más con “consecuencia natural del estado de una persona, o de sus relaciones con respecto a otras” y más aún cuando se refiere al “conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva”.


Se han calificado como derechos y libertades propiamente dichos: “vida, integridad física y moral; libertad ideológica, religiosa y de culto; libertad y seguridad; igualdad y no discriminación; honor, intimidad personal y familiar, propia imagen; inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones; libertad de residencia y movimientos; libertad de expresión, libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica, libertad de cátedra, libertad de información; derecho de reunión; derecho de asociación; derecho a participar en los asuntos públicos y a acceder, en condiciones de igualdad, a funciones y cargos públicos; derecho a la tutela efectiva de jueces y tribunales; derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y a la asistencia de letrado, derecho del acusado a que se le informe de las imputaciones formuladas en su contra, derecho a un proceso público sin dilaciones indebidas y realizado con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismo, a no confesarse culpable y a la presunción de inocencia; derecho a la educación, libertad de enseñanza; libertad sindical, derecho de huelga; derecho de petición.”

El primero y más importante (el derecho a la vida) históricamente ha sido transgredido pues “debemos” “ofrendar” nuestra vida (y hasta la ajena) por “Dios” y por la “Patria”. Esto explica la inmolación del pueblo cubano, las cruzadas y el sempiterno holocausto entre católicos y protestantes en Gran Bretaña y el fratricidio del Oriente Medio. Siempre es posible descubrir violaciones a nuestros derechos, pero definitivamente éstos no son absolutos y son regulados por la “razón” bajo la idea de “justicia” y “orden”. Más allá del “fin de mis derechos donde comienzan los del otro”, es la necesidad de orden y justicia la que introduce la jerarquización de nuestras acciones.

De manera que, por ejemplo, hay conflicto entre el derecho al trabajo del buhonero con el derecho de residencia y movimiento (libre tránsito); el derecho al estudio con la igualdad de oportunidades; la libertad de expresión con la presunción de inocencia, con la intimidad personal y familiar; la libertad de información con el derecho a la vida (un infarto producido por una noticia). El conflicto más fuerte lo veo cuando, en aras de la justicia y el orden, algún derecho colectivo debe estar por encima del mismo derecho individual. ¿Quién tiene más derecho a la vida entre un feto y una madre de dos o más niños pequeños? No tengo la respuesta.

Del mismo modo pueden surgir conflictos dentro de los derechos de los ciudadanos como el derecho a contraer matrimonio y la libertad religiosa con el derecho a la educación; entre el derecho a la propiedad privada y a la herencia con el derecho a la vida y a la seguridad alimentaria; el mismo derecho a la propiedad privada con el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios.

Entra en conflicto cualquier derecho o libertad que obstaculice “la protección de la familia, los hijos y las madres; distribución equitativa de la renta; régimen público de seguridad social; derecho a la protección de la salud; derecho a la cultura; derecho a un medio ambiente adecuado; derecho a disfrutar de una vivienda digna.”

La “cayapa” mediática nacional e internacional sigue fracasando en su empeño por imponer el rechazo al Presidente y su proceso; pero de igual manera no hay claridad dentro del chavismo del modelo ideológico que se pretende imponer y evidentemente es más lógica aún la confusión entre los adversarios. De manera que dentro del derecho a la libertad ideológica y a la igualdad sin discriminación, dentro del respeto al honor, a la intimidad personal; dentro de la libertad de expresión e información y dentro del derecho a participar en los asuntos públicos ¿Será posible hacer una pausa, no entre oposición y gobierno sino entre los que legítimamente alaban a Chávez y los que lo descalifican, para llegar a un acuerdo de paz en nuestro país sobre la base de una jerarquización clara y justa de los derechos individuales y colectivos de TODOS los venezolanos?

Si nuestros jóvenes no están en capacidad de considerar el orden y la justicia como soportes de la ciudadanía y la anarquía se apodera de nuestra cotidianidad, la educación estará demostrando otro de sus más ingentes fracasos y las próximas generaciones tendrán peores escenarios que los que ahora estamos viviendo.

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